Devocional Día 5

ORACIÓN POR LAS CIUDADES DE MÉXICO

Cuando los hijos de Israel fueron llevados cautivos a Babilonia, se sintieron, con todo derecho, extraños, fuera de lugar. Anhelaban regresar a la ciudad de Jerusalén, al templo, a la presencia de Dios, pero el Señor, por boca de Jeremías, les instruye:

“Y pidan por la paz de la ciudad donde los he hecho habitar, porque en su paz, ustedes tendrán paz”. (Jeremías 29:7)

Los cristianos somos peregrinos sobre esta tierra. Nuestra ciudadanía está en los cielos. Deseamos la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, aunque todavía por un tiempo debemos peregrinar en este mundo.

Y aunque estamos en el mundo, no somos de él. Quizás el Señor nos puso en nuestra ciudad terrenal para que aprendamos a anhelar la ciudad celestial, o quizás él desea que nuestra ciudad terrenal llegue a parecer una ciudad celestial.

Oremos por nuestra ciudad, por sus calles y jardines, por sus casas, escuelas, oficinas, parques y hospitales. Sobre todo, oremos por su gente, que es lo mejor que nuestra ciudad tiene.

Y es que necesitamos recordar que la oración eficaz del justo puede mucho, (Santiago 5:16), es decir, que lo que propuestas políticas, programas sociales o acciones de inteligencia o seguridad no pueden lograr, porque no ha ocurrido, la oración del pueblo de Dios puede hacerlo, porque puede mucho.

¡Y esto es glorioso cuando lo logramos entender!

Proponte este día orar de todo corazón por tu ciudad, y quizás hacer una caminata alrededor de las calles de tu colonia, o mientras caminas rumbo a casa, y no hay forma de evitar pasar por una zona en la que es conocido que cierta oscuridad espiritual ha dominado, (violencia, hechicería, inmoralidad, adicciones), entonces ora, y mientras oras y levantas tu clamor al cielo, hechos poderosos comenzaran a ocurrir, porque a tu lado camina contigo el Todopoderoso, y ángeles te acompañan.

Las tinieblas tendrán que disiparse, no tienen opción, los demonios tendrán que huir mientras tu avanzas, y cuanto más perseveras en el ayuno y la oración, comenzarás a escuchar en los noticieros, a leer en los periódicos, a oír de tus vecinos, que donde abundó el pecado ha sobreabundado la gracia, no lo dirán en esos términos, pero tu sabrás interpretarlo, ¿por qué? Porque Dios ya lo prometió: “Y pidan por la paz de la ciudad donde los he hecho habitar, porque en su paz, ustedes tendrán paz”. (Jeremías 29:7)

Oración de la Mañana

Isaías 1:26 “Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.”

Glorioso Padre y Señor, te bendigo por tus bondades que nunca nos fallan, por tus misericordias que son eternas, por tu fidelidad que renuevas diariamente. Gracias por bendecirme tan abundantemente.

Bendice Señor mi ciudad. Quita la violencia y la corrupción, la pobreza y el abandono, la idolatría y la ignorancia. Ilumina a nuestras autoridades para que tomen decisiones sabias, para el bienestar y prosperidad del pueblo. Bendice a los funcionarios del gobierno, a los maestros, a los policías, a los médicos y enfermeras. Prospera nuestras industrias y comercios. No te olvides de nuestros obreros. Acuérdate de cada familia de esta ciudad. Que todos te conozcan como el Dios y Salvador nuestro. En el Nombre de Cristo Jesús. Amén.

Oración de la Tarde

Proverbios 11:11 “Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; Mas por la boca de los impíos será trastornada.”

Padre nuestro, Dios de gracia y misericordia, te alabo por cada bendición que me has concedido hoy. Gracias por el alimento y el vestido, por la salud y las fuerzas. Gracias por haberme hecho parte de esta ciudad. Así como tú la bendices, yo también levanto mi voz para bendecirla en tu Nombre:

– Bendigo mi ciudad, sus calles y edificios.
– Bendigo sus escuelas, colegios y universidades, sus hospitales y clínicas.
– Bendigo sus oficinas de gobierno, sus cuarteles, sus fiscalías y sus prisiones.
– Bendigo los comercios, las industrias, las empresas grandes y los negocios familiares.
– Bendigo sus iglesias, sus pastores y líderes.
– Y bendigo sus familias, su gente, sus matrimonios, sus jóvenes y niños.
En el nombre de Jesús,
Amén.