Devocional Día 2

Si se humillare mi pueblo… 2 Crónicas 7:14

Un acto personal de humildad ante Dios, de humillación voluntaria, siempre será acompañado de un reconocimiento de su grandeza frente a nuestra pequeñez, de su sabiduría ante nuestra ignorancia, de su poder ante nuestra debilidad y de su compasión ante nuestra necesidad. ¿Y Cómo es que un Dios tan santo, tan sublime, tan majestuoso, me invita con tanto amor a acercarme a él? ¡No es fácil de entender!.

Y nunca lo lograríamos entender a menos que lo veamos a través de los ojos de Dios como padre.

En la conocida historia del hijo pródigo, el Padre que recibe a su hijo, es exactamente todo lo que el hijo no es. El Padre es bueno, el hijo fue ingrato, el Padre es puro, el hijo huyó y se ensucio tanto, hasta denigrarse vergonzosamente en el pecado, el Padre era tan fuerte y el hijo apenas podía sostenerse sobre sus pies, el Padre es tan sabio, el hijo fue tan necio, el Padre está tan lleno de compasión y perdón, y el hijo tan necesitado de ese perdón y esa compasión.

Y si te detienes un momento a pensar, nuestra nación, nuestro México, se encuentra en la misma condición. Necesitamos venir ante Dios en la misma actitud que aquel hijo que un día tan lejos de la casa del Padre, reflexionó y volviendo en sí dijo: Volveré a la casa de mi Padre y le diré: Padre he pecado contra el cielo y contra ti, y no soy digno de llamarme tu hijo, acéptame como a uno de tus jornaleros… y el Padre ni siquiera dejó que terminara, cuando lo empezó a abrazar y a besar, y cubrir con su perdón y amor. Eso es, exactamente eso es lo que México necesita… encontrarse con el amor y el perdón del Padre celestial.

Oración de la Mañana

Lucas 15:17-19 “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre.

Padre nuestro que estas en el cielo, nos humillamos voluntariamente ante ti, ante tu grandeza, ante tu majestad, ante tu pureza, ante tu compasión. Nuestro México se apartó muy lejos de ti, y cuando nos dimos cuenta estábamos tan extraviados, confundidos, lastimados, traspasados por el dolor que produce la maldad, pero hoy nos volvemos ante ti, y te rogamos: Padre hemos pecado contra el cielo y contra ti, perdónanos y sánanos. Cambia nuestro corazón, cambia nuestro destino, vuélvenos a ti. Te lo pedimos en el nombre de Jesús nuestro Salvador y Señor. Amén.

Oración de la Tarde

Lucas 15:22-24 “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”

Padre amado, que bien nos hace venir ante ti y experimentar tu bondad y tu amor. Te amamos tanto. Como al hijo pródigo cuando regresó a casa, vístenos con vestidos nuevos. Viste a México con vestidos de gracia y verdad, pon en sus pies descalzos, zapatos nuevos conque podamos caminar en tus caminos de justicia, y pon en su mano el anillo que dice que te pertenecemos a ti, que somos dulcemente recibidos en tu casa. Que mi amado México pueda experimentar tus besos y tu abrazo, oh Padre celestial.